¿Qué es la Cirugía de la Epilepsia?

Es un tratamiento que puede suprimir o mejorar la epilepsia en pacientes cuya epilepsia no se controla con medicamentos. Uno de cada tres pacientes con epilepsia no responde a la medicación y continúa sufriendo crisis. Estos pacientes padecen una epilepsia resistente a fármacos.

Las crisis no controladas pueden lesionar el cerebro, poner en peligro la vida del paciente, y causan exclusión social y laboral que también afecta a todo el entorno familiar. Además, los medicamentos antiepilépticos combinados y a dosis elevadas pueden causar efectos adversos, y empeorar aún más la calidad de vida.

La cirugía de epilepsia no consiste en una intervención quirúrgica únicamente, sino que se basa en la atención integral del paciente con epilepsia fármaco-resistente dentro de una Unidad de Epilepsia. En la Unidad de Epilepsia trabajan en equipo profesionales dedicados a los distintos aspectos de la enfermedad epiléptica: neurología, neurocirugía, neuropsicología, neuroimagen… con el fin de estudiar cada caso de manera individual y asegurarse de si el paciente puede beneficiarse o no de una operación que mejore o cure su epilepsia.

Cuando es posible diagnosticar y localizar la región cerebral en la que se originan las crisis epilépticas, la cirugía de epilepsia puede controlar las crisis. El objetivo de la cirugía de la epilepsia es suprimir la zona cerebral que causa las crisis, evitando causar secuelas peores que la propia epilepsia, es decir, tratando de limitar la afectación las funciones cerebrales como el lenguaje, la visión, el movimiento y la memoria.

¿En qué casos se realiza?

Los candidatos a la cirugía de epilepsia son los pacientes que sufren epilepsia resistente (o refractaria) a fármacos, es decir, pacientes que continúan sufriendo crisis a pesar de recibir un tratamiento correcto con fármacos antiepilépticos. 

Para algunos pacientes con epilepsia resistente a fármacos la cirugía es una oportunidad de controlar por completo las crisis por completo o, al menos, aliviarlas significativamente. Sin embargo, no todos los pacientes pueden ser tratados con cirugía de epilepsia. 

Como la finalidad de la cirugía de la epilepsia es suprimir el tejido cerebral que causa las crisis, sin causar secuelas peores que la propia epilepsia, es imprescindible hacer una serie de estudios que permitan identificar con certeza la zona del cerebro en la que se originan las crisis, y también pruebas que identifiquen qué funciones cerebrales pueden verse afectadas por una operación en esa zona.

Una prueba imprescindible en todo paciente que sufre crisis epilépticas es el Vídeo-EEG con el cuál se estudia el electroencefalograma del paciente antes, durante y después de las crisis epilépticas, y que es una herramienta fundamental para localizar el foco epiléptico. La información del Video-EEG se compara y complementa con más estudios prequirúrgicos, entre los que destacan la imagen cerebral (como la Resonancia Magnética) o la evaluación del rendimiento intelectual, entre otros.  

Solamente en casos muy seleccionados en los que toda esta información no es suficiente, la Unidad de Epilepsia recurre a las llamadas técnicas invasivas de estudio, en la que se implantan electrodos en el cerebro para definir mejor la red epiléptica y las funciones cerebrales en riesgo. 

 

 

¿En qué consiste la intervención?

Existen diferentes opciones técnicas para suprimir la región cerebral en la que se originan las crisis. El neurocirujano, basándose en los resultados de los estudios llevados a cabo en la Unidad de Epilepsia y en sus recomendaciones, selecciona la técnica más segura y eficaz para casa caso individual.

La opción técnica más eficaz es la extirpación de la lesión o “foco” cerebral de la epilepsia. Para intervenir al paciente, en general no suele ser necesario el rasurado del cabello. Se le aplica anestesia general, aunque en casos concretos es necesario hacer la operación con el paciente bajo anestesia local y con sedación ligera para comprobar que no se produce afectación de una función esencial como el lenguaje.

Para este tipo de cirugía de epilepsia se hace una incisión en el cuero cabelludo, unos orificios de trépano y unirlos con instrumental adecuado y retirar un trozo de cráneo, que se repone y fija al finalizar la cirugía. Se realiza una craneotomía estándar, con apertura del hueso y apertura de las envueltas del cerebro.

Tras esto, se procede a la resección (extirpación) de la zona que provoca las crisis con técnicas microquirúrgicas. Puede ser necesaria una monitorización operatoria con registro directo cerebral del EEG para aumentar las probabilidades de extirpación de todo el tejido epiléptico.

Los neurocirujanos intentan extirpar el máximo tejido epiléptico, intentando no afectar las funciones cerebrales que asienten en esa región del cerebro. La dificultad y los riesgos de la cirugía dependen de donde esté localizada y cual sea la extensión de la lesión que se debe extirpar.  

Existen casos, mucho menos habituales, de epilepsias catastróficas infantiles causadas por regiones epilépticas cerebrales muy extensas, en las que no es aconsejable extirpar todo el volumen cerebral que produce las crisis. La opción seleccionada en estas situaciones es la cirugía de desconexión esa región para evitar la afectación del resto del cerebro.

Una vez conseguida una superficie que no sangre, se procede a cerrar las membranas que recubren el cerebro y a reponer y fijar el fragmento de hueso. Las cirugías de epilepsia suelen durar un mínimo de 3 o 4 horas.

Cuando el tejido epiléptico se encuentra en una región profunda y de difícil acceso en el cerebro, la opción técnica empleada es la ablación mediante láser del tejido epiléptico profundo. La técnica se lleva a cabo bajo anestesia general, y consiste en la aplicación de una luz láser de alta intensidad en la lesión epileptógena profunda a través de una fibra óptica que previamente le ha sido implantada al paciente mediante técnica estereotáctica, una metodología neuroquirúrgica que permite implantar dispositivos en regiones profundas del cerebro con una precisión y una seguridad muy elevadas. La luz láser causa en la región circundante un aumento de la temperatura que inactiva el tejido cerebral causante de las crisis. El estado del cerebro y la temperatura se controlan en todo momento con resonancia magnética. En estos casos, el orificio en la piel y en el cráneo es de unos pocos milímetros, con lo que el paciente puede ser dado de alta en uno o dos días tras la ablación láser.

Finalmente, en los pacientes con epilepsia resistente a fármacos que no pueden beneficiarse de una extirpación, desconexión o ablación, pueden aplicarse técnicas de neuroestimulación o neuromodulación eléctrica. Consisten en aplicar estímulos eléctricos sobre el sistema nervioso (en el cerebro o en un nervio craneal, según los casos) que, aunque no son curativas, sí que pueden reducir el número o la intensidad de las crisis, y que por lo tanto pueden resultar paliativas y mejorar la calidad de vida en pacientes graves y sin otra opción terapéutica en la actualidad.   

Recuperación y rehabilitación cirugía de la Epilepsia

Inmediatamente tras la cirugía, los pacientes sometidos a extirpación o a desconexión son trasladados a la Unidad de Vigilancia Intensiva para controlar las constantes vitales y el estado del paciente anticipándose, si se diera el caso, a la aparición de complicaciones postoperatorias graves.

La mayoría de los pacientes pueden levantarse de la cama entre uno y dos días tras la cirugía de epilepsia. Por lo general, regresan a casa entre dos y cinco días después de la intervención, y vuelven su actividad previa pasadas de cuatro a seis semanas.

Los pacientes podrán hacer tareas cotidianas como vestirse, comer y asearse cuando vuelvan a casa. Aunque se sentirán más cansados de lo normal debido a que sus ciclos de sueño pueden verse alterados.

El dolor tras la cirugía de la epilepsia es por lo general menos intenso que en otras cirugías, y suele controlarse con analgésicos convencionales. A veces el médico prescribe un analgésico suave con receta, pero la mayoría de los pacientes solo necesitan analgésicos de venta libre después de la cirugía de epilepsia.

Las grapas para cerrar las incisiones en el cuero cabelludo se retiran entre una a dos semanas después de la cirugía en una visita de seguimiento, dependiendo del procedimiento que se ha realizado. El paciente podrá lavarse el cabello tras cinco días después de la cirugía, aunque no le hayan quitado las grapas aún. 

Riesgos de la cirugía de la Epilepsia

Las complicaciones tras la cirugía de la epilepsia son poco frecuentes, y afectan a menos del 5% de los pacientes operados. Cabe señalar que algunas de estas complicaciones pueden ser graves. Las complicaciones graves, que pueden poner en riesgo la vida del paciente, se dan en menos del 1% de los casos. 

Complicaciones generales de la neurocirugía cerebral:

  • Fístula de líquido. El líquido cefalorraquídeo puede salir por la herida quirúrgica. Puede ser necesario colocar un drenaje especial como prevención o para solucionarlo. 
  • Sangrado en el área de la cirugía. En ocasiones es necesaria una reintervención para controlarlo. 

 

  • Infección. 
  • Inflamación o trombosis después de la cirugía. Si es muy serio, puede requerir un tratamiento especial.  
  • Riesgos relacionados con las circunstancias específicas de cada paciente.

Además de las complicaciones, y dentro de los efectos adversos de la cirugía de la epilepsia, hay que mencionar las secuelas previsibles causadas por la operación en la región epiléptica del cerebro. Dependiendo de la zona a operar y la naturaleza de la lesión es posible la aparición de secuelas funcionales pasajeras o permanentes. Puede ser necesaria Rehabilitación posterior. Según la localización de la zona epileptógena (frontal, parietal y occipital) las complicaciones pueden ser diferentes. En general, similares a la temporal, predominando más las secuelas motoras en parietal y las visuales en occipital.

En cuanto que previsibles, los profesionales de la Unidad de Epilepsia informan detalladamente acerca de las secuelas potenciales en cada caso específico, y se comentan ampliamente con el paciente y su entorno. Dependiendo de la gravedad de la epilepsia, determinadas secuelas pueden ser bien aceptadas por el paciente como una contrapartida tolerable al beneficio de suprimir las crisis. En otros casos, la levedad de las crisis o la gravedad de las secuelas potenciales puede obligar a desestimar la cirugía, o bien a considerar otra opción técnica.

¿Qué médicos realizan la Cirugía de la Epilepsia en Instituto Clavel?

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